viernes, 19 de diciembre de 2008

Más allá del ADN


¿Qué pasaría si el ADN de una célula de la piel expresara una proteína de una célula ósea? Probablemente todo nuestro cuerpo sería rígido y sería imposible movilizarnos de manera normal. ¿Y si una célula del ojo codificara la proteína de un hepatocito? Absolutamente seguro que no podríamos ver. ¿Cómo es que todas las células del cuerpo contienen la misma información genética y, sin embargo, llegan a cumplir diferentes funciones en el organismo? ¿Es que acaso existe un control riguroso de la expresión de los genes, fuera de los parámetros del ADN? Una ciencia, hasta hace poco tiempo desconocida, responde a estas preguntas.

La epigenética es el estudio de la regulación heredable de la acción de los genes que no es establecida por la secuencia genética. En términos más sencillos, la actividad epigenética de los cromosomas actúa como una puerta. Si la abrimos, el gen se expresará libremente y codificará una proteína para que cumpla una determinada función en la célula (o en el organismo). Si la puerta se cierra, el gen no podrá expresarse, por lo que la célula dejará de cumplir tal función. Esto explicaría las diferencias fisiológicas entre una célula y otra.

Los medios por los cuales la epigenética actúa sobre los genes, activándolos o desactivándolos, van más allá de las mutaciones en la secuencia de bases nitrogenadas. Hoy se sabe que existen otras formas de controlar estos cambios: añadiendo un grupo metilo (CH3-) a la cadena de ADN o un grupo acetilo (H3C-CO-) a las proteínas histonas, podemos estimular o inhibir la expresión de determinados genes.

Estas alteraciones en la revelación de un gen se ven condicionadas por diversos factores extrínsecos al ADN: la exposición a radiaciones, los hábitos alimenticios, la exhibición a agentes químicos durante el período intrauterino y neonatal, entre otros. De esta manera, la epigenética explica cómo puede ser posible que, aunque dos personas adquieran la misma mutación genética, una desarrolle el síndrome (gen expresado) y la otra no (gen inhibido).

Pese a que estos sean los principales factores que influyen en el reconocimiento de un gen y que, por tanto, pueden ser los causantes de muchas enfermedades, no todo está perdido. Una alimentación balanceada, la exposición moderada a las radiaciones solares y el cuidado de la salud proporcionarían una epigenética más equilibrada y, desde luego, un menor riesgo de alteración de la secuencia genética.

Actualmente, la epigenética está teniendo una mayor proyección en el campo de la oncología. Sucede que los genes supresores de tumores dejan de ejercer su función debido a una des-metilación del ADN, que inhibe su expresión. Nuevas terapias para el cáncer incluirían medicamentos que permitan la re-metilación del ADN de las células afectadas, por lo que éstas dejarían de reproducirse como cancerígenas.

Éste, entre otros avances, conforma el futuro que nos espera respecto a la aplicación de la epigenética en los estudios de genética actuales. El estudio de la importancia de los factores externos al organismo y cómo éstos afectan nuestros genes nos permite tener una mejor visión de nuestro “libro de la vida” para que, de esta manera, podamos desarrollar métodos más eficaces para la cura de enfermedades y para alcanzar una mejor calidad de vida humana.

Referencia:

Manel Esteller. Qué es la epigenética y para qué sirve. [Fecha de consulta: jueves 13 de noviembre de 2008]. Accesible en: http://www.madrimasd.org/InformacionIDI/Noticias/Noticia.asp?Buscador=OK&id=34033&Sec=2

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